sábado, 13 de septiembre de 2008

LA PAZ







La paz queremos la paz,
Que brilla en su resplandor,
Que cesen ya los dolores
De la triste humanidad.

La paz que calme los mares,
La paz que calme los vientos,
Que devuelva a los hogares,
El amor y los consuelos.

La paz que calme las guerras,
Que cese el experimento,
Pensar en aquellos niños,
Que no tienen alimentos.

La paz que en la primavera,
Se ve sobre el gran trigal,
La paz para el campesino,
Que nos ha de dar el pan.

La paz que luce en el alba,
Y cantan los ruiseñores,
La que vierte con amores,
Las almas y corazones.

LA MUERTE




CON LA MUERTE NO SE JUEGA
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La muerte dura palabra,
Viene sin que la llamemos,
Entra sin permiso nuestro,
Para llevarse su féretro.

Si la echamos en olvido,
Ella jamás nos olvida,
Y nos arranca la vida,
En el momento debido.

No te engañes tu salud,
Ni esperes para mañana,
Ni hagas tu cuenta galana,
Que te espera el ataúd.

La muerte es llave maestra,
Oculta en tupido velo,
Si es buena, nos abre el cielo,
O el infierno, si es siniestra.

Es verdad cuando te advierte,
Que entre tanta falsedad,
Hay siempre una gran verdad,
Y esa verdad es la muerte.

Contra la muerte no hay suerte,
Ni médico que la cure
Ni cura que la conjure,
Ni muerte que la de muerte.

Haz caso aquel que te advierte,
Que vivas el buen vivir,
Por que pronto ha de venir,
Sin dar aviso la muerte.

Si te las das de hombre listo,
Y que a la muerte se la pegas,
Estas muy equivocado,
Con la muerte no se juega.

martes, 9 de septiembre de 2008

DOS OIDOS Y UNA LENGUA







Un día la lengua habló a los oídos de esta manera:
¡Hola señoritos! ¿Por qué vosotros que tenéis tan poco que hacer sois dos en el hombre, y yo que estoy siempre hablando soy sola?
Y los oídos contestaron a la lengua:
Somos dos porque tenemos que oír mucho.
Está bien contestó la lengua ¿pero no hablo yo también mucho?
Sí pero en la boca del necio, porque el hombre verdaderamente sabio escucha mucho y habla poco.

domingo, 7 de septiembre de 2008

AL MES DE ENERO







Enero noches de hielo,
Temblando están los luceros,
El prado se vuelve blanco,
Y se endurece el sendero.

Se ha convertido en cristal,
El agua de los regueros,
Y en la bóveda celeste,
Hay resplandores de miedo.

A las hojas de los árboles,
Las transformas en acero,
El hielo lo cubre todo
Y todo tiembla en silencio.

Hace frío mucho frío,
Que crudo es el invierno,
Los días son de tristeza,
Noches de hielo. Es Enero.

sábado, 6 de septiembre de 2008

ENVIDIA DE TI SAGRARIO




Sagrario de mi Jesús,
Que envidia de tu silencio,
Tu solo con esa paz,
Que solo turban los rezos.

De tus sedas que acarician,
Las miradas como besos,
Y del tesoro divino,
Que guardas mi Señor dentro.

Siempre la vida en tu centro,
Presidiendo tú silencio,
Y siempre juntos y unidos
Dios y tú en abrazo eterno.

En tu eterna soledad,
Yo te miro y te contemplo,
Envidia de ti Sagrario
Que tienes a Jesús dentro.

jueves, 4 de septiembre de 2008

EL VINO




La embriaguez ha sido tratada de broma y de veras.
Un beodo vió su boina en el suelo y, mirándola fijamente, la decía filosofando:
Quédate donde estás boina mía. Si me agacho a cogerte caeré yo también, y, si caigo, tu no podrás levantarme. Será mejor que te levanten a ti sola que a los dos, así que adiós, hasta otro día.
Dejó, pues, la boina en el suelo y se fue a dormir.
Durmió profundamente y soñó, soñó que de un agujero salían ratas y más ratas, una, dos, tres hasta cuatro ratas.
La primera rata era grande y gorda; la segunda y tercera, eran muy flacas y la cuarta era ciega.
Intrigado contó a su mujer el sueño y esta le dió la siguiente interpretación:
Entiendo bien, calamidad, le dijo la mujer. La rata grande y gorda representa al tabernero que se queda con tu dinero; las dos ratas flacas, representan a tu hijo y a mí, que no comemos por que tu nos dejas sin dinero, y la rata ciega, óyelo bien representa tu ceguera por el vino. Lo entiendes.
Veo que vales para interpretar los sueños más difíciles, contestó el marido convencido.
Pues no te ciegues otra vez; ten los ojos bien abiertos y no te parezcas más a la rata ciega.
Se puede saber donde está mi boina preguntó el marido tímidamente.
La perdiste ayer, como estabas ciego ni siquiera viste; tú te das cuenta del mal que te hace el vino, y con la promesa firme de no volver a perder otra boina se termina esta escena.