Uno de los medios que deben emplearse para vencer el vicio de la bebida es huir de la tentación; principalmente de las tabernas y bares y de los que lo frecuentan.
Hay quien no sabe hacer un trato no sostener una conversación si no está en la tabrena o en el bar con un vaso de vino o una copa de aguardiente delante. Los que tal hábito han adquirido dificilmente podrán ya vencerlo; por esto los padres harán cuanto éste en sus manos para que sus hijos no cojan el hábito de las tabernas ni los bares con ello les harán un bien incalculable y se evitarán asimismo grandes disgustos. El joven que toma gusto a las tabernas y a los bares perderá pronto el amor al trabajo; su organismo delicado aun, se debilitará y predispondrá a todas clase de enfermedades; exigirá a la madre, primero con zalamerias y después con imperio y hasta con amenazas, dinero para sostener el vicio, se acostumbrará pronto a reservarse parte del sueldo para dárselo al tabernero; adquirirá deudas con éste y con los amigos y, por fin, vencido por el mal hábito llegará a robar a sus padres para sostener el vicio. Llegando a estos extremos, a los que facilmente se llega si a tiempo no se pone remedio, el joven está perdido como hombre y como persona, ya nada le detendrá; ha perdido la morar y el respeto a sus padres, y presentada la ocasión, caerá en toda clase de inmoralidades. ¡ Será hombre perdido ! Los padres deben poner todo su celo y vigilancia para evitar a sus hijos semejantes males.
El vicio del alcohol, como casitodos los vicios, suele adquirirse en la juventud. Si los padres logran que sus hijos lleguen al matrimonio sin haberlo adquirido puede que los hayan salvado.
A los jovenes no se les debe acostumbrar a que beban en casa bebidas alcohólicas y los padres que lo consientan no se dan cuenta del mal tan inmenso que estan haciendo a sus hijos, pero sobre todo deben impedir que no se acostumbren a beber ni en las tabernas ni en la calle, esto último va por el botellón.
Hay quien no sabe hacer un trato no sostener una conversación si no está en la tabrena o en el bar con un vaso de vino o una copa de aguardiente delante. Los que tal hábito han adquirido dificilmente podrán ya vencerlo; por esto los padres harán cuanto éste en sus manos para que sus hijos no cojan el hábito de las tabernas ni los bares con ello les harán un bien incalculable y se evitarán asimismo grandes disgustos. El joven que toma gusto a las tabernas y a los bares perderá pronto el amor al trabajo; su organismo delicado aun, se debilitará y predispondrá a todas clase de enfermedades; exigirá a la madre, primero con zalamerias y después con imperio y hasta con amenazas, dinero para sostener el vicio, se acostumbrará pronto a reservarse parte del sueldo para dárselo al tabernero; adquirirá deudas con éste y con los amigos y, por fin, vencido por el mal hábito llegará a robar a sus padres para sostener el vicio. Llegando a estos extremos, a los que facilmente se llega si a tiempo no se pone remedio, el joven está perdido como hombre y como persona, ya nada le detendrá; ha perdido la morar y el respeto a sus padres, y presentada la ocasión, caerá en toda clase de inmoralidades. ¡ Será hombre perdido ! Los padres deben poner todo su celo y vigilancia para evitar a sus hijos semejantes males.
El vicio del alcohol, como casitodos los vicios, suele adquirirse en la juventud. Si los padres logran que sus hijos lleguen al matrimonio sin haberlo adquirido puede que los hayan salvado.
A los jovenes no se les debe acostumbrar a que beban en casa bebidas alcohólicas y los padres que lo consientan no se dan cuenta del mal tan inmenso que estan haciendo a sus hijos, pero sobre todo deben impedir que no se acostumbren a beber ni en las tabernas ni en la calle, esto último va por el botellón.
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